King of Pop

A rey muerto, rey puesto. Esa era la idea. Eso se nos dejó en claro desde el asesinato del pretérito Enrique IV, cuando -para seguramente calmar las pasiones- se lo disminuyó a la simple consigna de “El rey ha muerto, ¡viva el rey!”.

Hoy, después de varios días de la batahola producida por la expiración del King of Pop y de varias horas de pensamientos a medio desarrollar, creo que el panorama está bastante lejos de funcionar como aquella sucesión monárquica, asumida casi por inercia.

¿Y ahora quién? Esa parece ser la constante interrogante que muchos hemos meditado, pero que nadie con claridad ha respondido. Y yo sinceramente creo que, al menos en estos días, nadie posee el perfil. Que el reinado ha quedado sin cabeza, y que hemos entrado a una etapa de anarquía del Pop, situación que por cierto, no hace más que demostrar que Michael fue el último gran vanguardista del género.

Y es que la música de Jackson no se reduce al mainstream melódico, Michael es mas que ventas al por mayor y aceptación masiva, Michael es trascendencia musicalmente hablando, y eso es justamente lo que dificulta la sucesión del rey. Por ello me pregunto, ¿quien podría causar el mismo estrago que causa la muerte de Jackson? ¿Podría alguien igualar o superar su trascendente rol para el desarrollo musical, desde sus inicios hasta el día de hoy?

Me imagino que estas reflexiones y preguntas seguramente también surgieron cuando murió Elvis, por dar un ejemplo. Pero dado el contexto en el que nos encontramos y las realidades que nos acaecen, creo que el panorama se nos pone más complejo y menos dispuesto a entregarnos un día no muy lejano a un nuevo monarca, que cumpla con los requisitos de vanguardia correspondientes, que insisto, es la tónica de Michael.

La lenta desaparición de las grandes figuras, seguida por la infinidad de pequeños ídolos que subsisten hasta que surge algo más novedoso y seductor, y el rechazo a lo perdurable, producto del consumismo impulsivo y otras vainas, son sólo algunas de las características que nos acaecen y que por cierto, nos hablan de un insidioso escenario. Un escenario que desde comienzos del nuevo siglo, se revela exponiendo nuevos intereses y prioridades, los cuales evidentemente a estas horas se convierten en factores desleales para la coronación de un nuevo monarca musical -figura que hoy por hoy y con las pasiones al dente- se reduce a no más que una precipitada pregunta sin respuesta.